sábado, 11 de noviembre de 2017

Dinamarca no pasó del empate sin goles en casa contra Irlanda en una actuación deficiente

Dinamarca no pasó del empate sin goles en casa contra Irlanda en una actuación deficiente, en un partido sin brillo en el que los visitantes lograron el resultado que querían y que deja la eliminatoria abierta para la vuelta en Dublín.

Irlanda se echó atrás y se dedicó a aguardar en su campo, cerrando espacios, defendiendo el 0-0 como un tesoro, a la espera de lo que hiciera Dinamarca, que acaparó la posesión de la pelota.

Hareide repitió el ataque que había goleado a Polonia en la clasificación, con Cornelius como falso extremo, para hacer valer su superioridad física, pero no le funcionó el plan. Los irlandeses no se achicaron, y además supieron desconectar a Eriksen.

Pero le sobró juego directo y le faltó paciencia para romper a un equipo no sobrado de talento, pero disciplinado y con pundonor.

Dinamarca tuvo tres ocasiones muy claras en la primera parte, pero no supo aprovecharlas.

Con el pasar de los minutos, el partido era cada vez peor e Irlanda se encontraba cómoda, aunque sin darse tampoco demasiadas alegrías en ataque.

Ni siquiera funcionó el recurso a Bendtner, su goleador más fiable en la última década. Dinamarca fue un ejercicio de impotencia, y solo dejó un sinfín de centros errados, pases a ningún lado y un cabezazo de Poulsen desviado por Randolph como única ocasión: un balance muy pobre que dejó helado al Parken.

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